Suerte de un viajante 12
Es paradójico, la soledad pone en evidencia la gran verdad: no estamos solos. Siempre, algo nos rodea. Es imposible escapar de la circunstancia.
Suerte de un viajante 12
Es paradójico, la soledad pone en evidencia la gran verdad: no estamos solos. Siempre, algo nos rodea. Es imposible escapar de la circunstancia.
Suerte de un viajante 11
Cuando cree que por fin está solo, aparecen los fantasmas.
Suerte de un viajante 10 b
En ocasiones, el viajante se pierde. Quiere perderse con intención. Salirse del camino para encontrarse a sí mismo. Para que la idea vaga sobre su ser se defina, sin que nadie la vea.
Suerte de un viajante 10
Entre veredas y sendas, palmo más palmo menos, el viajante arrastra su soledad llena de nostalgias de lo que pudo haber sido. Nostalgias adormecidas. Por eso camina despacio, en silencio, para que no despierten.
Suerte de un viajante 9
Descubro una pequeña biblioteca con libros de fotografía. Me propongo tomar, cada día, un café con un gran maestro y hacer una foto de una foto. Esta primera es a dos: Lehnert & Landrok.
Suerte de un viajante 8
Ya se sabe, hay que tener cuidado con lo que se pide, a veces los deseos se cumplen. Ante un café solo soberbio me pregunto cuál sería el siguiente deseo. He viajado ligero de equipaje. Sin un libro. Y eso es lo que ahora más añoro.
Suerte de un viajante 7
¿Dónde se puede tomar un café?
Suerte de un viajante s/n
Suerte de un viajante s/n
Suerte de un viajante s/n
Suerte de un viajante 6
El viajante encuentra bienes mostrencos, graffitis, jardines metálicos, esperatrices, banqueros, peces, mariposas, monadas y vía crucis. Es su suerte.
Suerte de un viajante 5
Aquí, además de Mirinda, hay gran variedad de árboles exóticos. Este que está a la entrada del Hotel de los Sueños tiene una piel lisa, de color verde lima que refresca con solo mirarlo. Verde botella es el haz de sus hojas palmeadas y glauco el de su envés. Ya veremos luego sus flores como campanas rosas y sus frutos envainados en terciopelo. Se dice que viene de lejos, de las antípodas.
Suerte de un viajante s/n
Suerte de un viajante 4
Desvelado el misterio. Me han traído a Mirindalandia. Y lo primero que hago es tomarme una de naranja. ¡Cuanto tiempo sin probar una! ¿Conocerá este lugar mi amigo Fernando Sanmartín? Se lo tengo que preguntar.
Suerte de un viajante 3
¿Encontraré monadas en mi destino? No lo sé. Pero aquí, en el avión, la pasajera de delante está hojeando un libro y cuando me he levantado de mi asiento para ir a hacer pipí no he podido evitar ver lo que he visto: ¡Una tremenda fotografía de Henri Cartier Bresson que muestra un experimento con un chimpancé!
Suerte de un viajante 2
Me quitan la venda de los ojos. Qué alivio, sobre todo por el calor. Aunque desconozco mi destino, sí he sabido en todo momento que viajo en avión. Me asomo a la ventanilla. Lo que veo no me da ninguna pista.
Suerte de un viajante 1
No sé adonde voy. Es la suerte de un viajante. Puede ser buena o mala. Ya se verá. De momento me considero un hombre de suerte. Ya veremos cómo resolvemos los lances de este incierto destino.
Triple homenaje: a Arthur Miller, a Inge Morath y a los Minions. College del Colectivo rasga y pega.
Hoy empezamos a conocer ya los caminos cerebrales, los circuitos neuronales y sus procesos subcelulares y moleculares, a través de los cuales se aprenden y memorizan los miedos. Y también cómo estos pueden ser cambiados y hasta eliminados de nuestros cerebros. El conocimiento nuevo de cómo en el cerebro se construyen los sentimientos y cómo estos son elaborados en parte por modificaciones epigenéticas como resultado de la interacción de los individuos con el mundo humano que les rodea, nos puede llevar a la erradicación de los temores y miedos estériles. De ahí el valor de estos nuevos conocimientos. La neurociencia, la ciencia que estudia el cerebro y cómo funciona, ha brindado una nueva visión del problema, un enfoque diferente que nos puede llevar a un cambio de paradigma con el que poder valorar mejor el papel de esta emoción/sentimiento en las transacciones humanas, y encontrar, quizá, un mundo mejor, con menos sufrimiento.
El texto de este dictado pertenece al libro "¿Es posible una cultura sin miedo?" de Francisco Mora. Alianza Editorial. Madrid 2015.