Estimada Señora Curie:
No se ría de mi por escribirle sin tener nada cuerdo que decir. Me encuentro muy enojado ante la forma en que el público cree tener el derecho de involucrarse en sus asuntos y siento que definitivamente debo expresar este sentimiento. Sin embargo, estoy convencido que odia a esa multitud, sea que la respeten con generosidad o que deseen saciar su deseo de sensacionalismo con usted. Me siento en la obligación de decirle lo mucho que admiro su intelecto, su propósito y su honestidad y que me considero afortunado de poder haberla conocido en persona en Bruselas. Todos aquellos que no forman parte de esos reptiles están muy felices, tanto ahora como antes, que personajes como usted y Langevin formen parte de nosotros ya que son personas con las que uno se siente privilegiado de estar en contacto. Si la chusma sigue hablando de usted, simplemente no lea los diarios y déjelos para los reptiles para quienes han sido fabricados.
Esta carta, de Albert Einstein dirigida a Marie Curie, la conocemos gracias a David Grinspoon que la encontró entre montones de documentos del padre de la teoría de la relatividad.
http://www.misadarmes.com/mis-cromos/2018/10/10/correspondance