Pasaba por allí. No se veía nada. Había mucha luz en el exterior y el interior del Palacio de Sástago era la oscuridad total. En el instante en que una camioneta iniciaba la marcha atrás para acercarse a recoger la carga, disparé a ciegas, con el diafragma totalmente abierto. Así pude satisfacer parte de una ilusión: haber fotografiado fragmentos de obras de vanguardia con fondos renacentistas. El resultado no se aleja de lo pretendido. Es un adarme, pero de eso se trata.