Basurero


Hoy, en una ciudad moderna como Ailanthus City, ya no hay basureros. Es una lástima. Eran espacios por los que me gustaba pasear en busca de recuerdos imposibles: aquel patito de poliéster que fundí en el fogón de la cocina económica y que desearía haber perdido de forma reversible, las memorias escritas con tinta de amargura y reducidas a adarmes de papel, la sobriedad que disipó el exceso y los trozos de mi que no conozco.