¡Y qué!

Sólo son unos colgadores. ¡Y qué!
Es la primera vez que paseo por una superficie tan extensa llena de objetos que reclaman más la atención por su cantidad que por su diseño. No quiero decir que su diseño sea malo, pienso todo lo contrario. Hablo de problemas de cantidad. La multiplicación, para mi, tiene menos encanto que la suma, aunque aquella alcance cifras más altas en menos tiempo. No es mejor una que otra. Producen sensaciones diferentes. Ahora valoro más la lentitud que la velocidad, tal vez porque tengo menos reflejos.