Paseo por el infinito

Camino por la orilla del Canal de Pignatelli, sigo la corriente. Lo sé porque me adelantan las hojas desprendidas de los plátanos. También, las bicicletas y los caballos, al paso. No voy a ninguna parte, pero me dirijo hacia donde sale el sol. Al cruzar bajo el puente de Ronda Hispanidad, suena el teléfono. Me llama Alberto Pagnussatt. Me cuenta que hace veinte días se inauguró su última escultura. Le pregunto que dónde está instalada. -"En Valdegurriana", me dice Alberto. -"En Valdegurriana estoy", le digo yo. A cuarenta pasos, al llegar al puente de madera, hay un área de recreo con mobiliario para hacer gimnasia. Entre los pinos destaca un monolito. Me acerco, poco a poco. Me atrae un agujero negro. Miro por él y veo La Ascensión al Empíreo. Comprendo que Eladio, el pastor, testigo de la ejecución de la obra, le dijera, con toda la inocencia, al escultor: -"Se lo que estás haciendo". -"Y qué es". -"El infinito.".

En Fotos, en este mismo blog, he colgado unas fotografías de este paseo dominical.